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miércoles, 4 de junio de 2014

Carta al amor





El amor, el amor, ese que es diferente. El  romántico que te envuelve a besos y te hace creer que todo es mejor amando. El que es por otro, no de tu sangre, un desconocido que parece viejo amigo y se convierte en un todo. Si piensan que estoy exagerando, entonces no me están entendiendo, eso no es amor. 


Hoy le escribo a ese maldito que nos envenena, que es tan adictivo como el chocolate, el que nos hace volvernos locos y es más loco que nosotros porque termina con lágrimas lo que empezó siendo feliz. El amor no se aprende a llevar, ni a manejar, el amor simplemente se vive. Y uno a la vez, porque el modo, la persona, siempre serán diferentes, los amores no son iguales, definitivamente. 


Si sufres una vez parece no ser suficiente, porque ya te llenaran de motivos para derretirte nuevamente entre momentos, olores, besos y promesas, siempre irresistibles. Pero antes de que suceda eso, seguro,  vas a estar mejor que nunca contigo mismo, porque obvio no es que desees locamente un  amor y llegue… no, no, no el amor es la grata sorpresa de la vida para ponerte a prueba cuando más fuerte e invencible te crees. 


Total, esos amores no tienen todo de malo, antes mucho de rico y bueno, son amores que llenan la vida de emoción;  que te hacen despertar lleno de ilusiones idiotas que son respaldadas con sonrisas más bobas aun y finalmente te hacen sentir la tonta más feliz del mundo –no lo tomen a mal, quisiera ser esa tonta-. 


En serio, qué más rico que estar en los gloriosos días del amor y no en los que te dejan vuelto mierda. Entonces usted que está viviéndolo, aproveche, viva los días con intensidad al lado de ese que ama. Sino, prepárese, ya sabe que cuando mejor esté le llega la sorpresita del destino y no hay fuerza que pueda con eso, porque “el amor todo lo puede”.


Mi vana y enojada conclusión –que de conclusión no tiene nada- se divide en dos partes, la afirmación que todos conocemos: sabemos que amamos a otro para luego volvernos mierda por él. Y la duda que dejo a su criterio… no sé si somos inteligente ¿los que ignoramos las consecuencias?  o por el contrario ¿lo son quienes prefieren evitar la dicha de amar sin control, para no lastimarse?


PD: No sé si sus dudas son mis dudas, sus dilemas similares a los míos, no sé mucho de ustedes como ustedes sí de mí; por ahora sería bueno escuchar sus opiniones, sobre todo al respecto de la “conclusión inquietante”.

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