Siempre he sido muy patriota, me llena de emoción todo
lo que se trate de mi tierra. Pero hoy es diferente, hoy me doy cuenta que no
era un sueño, que la ilusión de 48
millones de colombianos se hace realidad. Volvamos a los 80, años en los que el
país no solo perdió la oportunidad de
ser el anfitrión del mundial, sino que tampoco participó en él y aparte del
futbol, se inundaba de dolor por acontecimientos como la toma del Palacio de
Justicia. Aunque todo no es malo, en las eliminatorias del 85 dejaron de jugar
con la camiseta salmón, por fin usaron la bandera para el uniforme, y luego llega Maturana a darle una nueva
oportunidad al futbol colombiano a nivel internacional.
Prontamente los 90 en los que participamos en los tres
encuentros mundiales: Italia ‘90, Estados Unidos ‘94 y Francia ‘98;
clasificaron con Maturana, clasificaron otra vez con Maturana y clasificaron
por última vez hace 16 años con Hernán Darío Gómez. Y no solo los técnicos,
porque está claro que no hubiese sido posible sin los grandes como “El Pibe”,
Leonel Álvarez, Freddy Rincón, Leider Preciado, “El Tino Asprilla”, Andrés
Escobar y las gloriosas manos de Higuita, Mondragón y Oscar Córdoba. No hubiese
sido posible, sin todos esos jugadores que participaron en la nómina que nos
representó en tres ocasiones consecutivas y dieron lo mejor de sí mismos por un
país.
No importa que Rumania nos haya derrotado en dos
mundiales seguidos, pues para la clasificación del 94 derrotamos a Argentina
con el inolvidable 5-0. Lamentablemente, no importó que todo el país estuviera
unido por la misma causa, para arruinar la fiesta de la participación y además
la vida de la familia de Andrés Escobar, el defensa que por un autogol fue asesinado, responsabilidad que por lógicas
razones y por declaraciones de la propia familia se le atribuye a la mafia de
las apuestas. Son años que quedaron atrás, mas no en el olvido, pues son los
que en el recuerdo mantuvieron viva la ilusión de volver a un mundial; sobre
todo para la generación de los 90 –mi generación- pues apenas podíamos hablar o
empezábamos a caminar, para cuando el país vivía tal emoción.
Ahora podemos decir que sufrimos con el 3-3 contra
chile, que clasificamos con Pekerman, que sufrimos por la lesión de Falcao, que
rezamos cuando el balón va hacía el arco para que Cuadrado o James hagan la
jugadita, que intentamos tener el sabor de Armero para celebrar los goles, que
rezamos porque Ospina siempre los tape, que casi lloramos con Falcao en la
rueda de prensa en la que afirmó que no va al mundial y también nos duele la
ausencia de Perea y Muriel; pero sobre todo que damos gracias a todos los
jugadores y personas que hacen posible el sueño de Brasil 2014.
Hay algo que me tiene realmente feliz, más allá de los
partidos, los jugadores y de que sea mi primer mundial con Colombia; Eso que
hay detrás, es el hecho de que el país futbolero que somos se va desvaneciendo
entre el azul, el rojo, el verde, el blanco; entre la violencia de hinchas,
barras, riñas, que se han llevado la vida de tantos jóvenes apasionados, que
inocentes o no, llevan al extremo su amor por un equipo y terminan dividiendo
nuestro país en distintos escudos y en
los que son apáticos a ellos.
Para esta fecha el país se pinta e irradia de
amarillo, azul y rojo, todos entonamos con respeto – y los pelitos de punta- el
himno que escribió Núñez. Aquí no importa la minoría que no le gusta el futbol,
porque es opacada por muchos, que más que nunca tenemos el corazón tricolor,
los ojos iluminados por los 23 que nos representan en la cancha y los que están
fuera de ella, porque creemos en la capacidad de ellos y porque –tristemente-
con o sin Falcao, desde un principio no dudamos en que esta selección nos hará
campeones –sin importar hasta qué punto lleguemos- porque calmar la sed de
protagonismo y buenos comentarios de nuestro país en el exterior, la sed de
triunfo internacional en el futbol, luego de 16 años, ya es mucho – Sin sonar a
conformismo-.
Hace pocas horas se inauguró el mundial Brasil 2014,
en dos días tenemos nuestro primer partido y no nos queda más que vivir esta
fiesta a la que somos invitados; que la celebración no se vuelva violencia, que
no olvidemos la importancia de las elecciones; que nos “empeliculemos” lo que
sea necesario, porque estamos ahí y seguramente podremos gritar, bailar, cantar
los goles nuestros.
Que esta aventura sea una hazaña única, para los que
la vivimos por primera vez o para los que ya llevan muchas, claro que esperamos
que sean más y consecutivas, pero no sabemos cuántos de los que están allá, la
próxima no estarán y ellos y usted lo merecen, porque somos uno, somos Colombia y esta patria sí que lo merece.
PD: Me queda muy difícil nombrar a todos los
jugadores, porque cada uno tiene o tuvo un papel muy importante para la
selección en las diferentes oportunidades a las que me refiero, entonces me
disculpo con ustedes si en algún punto mi favoritismo los molesta.
Esta es una
prueba más de lo que logra un suceso como el mundial de futbol y lo que logran
ustedes como mis lectores, claro que sé –aunque no mucho- sobre esta nómina que
me tocó, pero sobre las anteriores y su participación en dichos mundiales fue
producto de ardua investigación y lectura.
Como siempre quedo pendiente de cualquier comentario
–inquietud, sugerencia, felicitación- eso sí, después del mundial porque estaré
muy ocupada disfrutando.
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