Image and video hosting by TinyPic Image and video hosting by TinyPic Image and video hosting by TinyPic

jueves, 29 de enero de 2015

Carta a los que me ayudaron a salir de la tusa








Queridos amigos y amigas, mamá, papá, hermanitas y en general a todos los que les tocó vivir un poco de mi tusa, esta carta sin enviar, es para ustedes. 


Con una gran sonrisa en mi rostro, con el corazón reparado y con muchísimas ganas de empezar de nuevo con mi proyecto, les escribo esta carta, para contarles algo importante. 


Han pasado 11 meses desde el momento en el que comenzaron los problemas, las lágrimas, el dolor profundo en el alma y todas aquellas cosas que ya ni vale recordar. Los primeros días desmentí las canciones ¿De amor no se muere? ¿No hay mal que dure cien años?, mi corazón no sentía eso, no podía creerles las palabras cuando un amor me tenía vuelta pedazos.


 Creo que solo Arjona me podría entender. Desde ese momento amo más que nunca a mis amigas, porque no cualquiera me aguantaba el llanto, los gritos desgarrados, los impulsos locos, las ganas de tomar alguito desde el miércoles hasta el domingo, los guayabos morales por haberlo buscado y una celosa loca que pasó los estándares normales. No entiendo todavía como sigo teniendo a mis amigas. 


Por otra parte, tengo que confesar que estuve por pensar que mi mamá sufrió más que yo; bueno, por lo menos sí lo hizo parejo conmigo, pero gracias a Dios supo parar antes que yo, además supo pararme a mí. Mi papá, como siempre, era el único capaz de hacerme reír, con él pasaba del llanto a una carcajada en un minuto; confirmado, tiene un don especial. 


Para ese tiempo comencé con el blog y bueeeeno, esto sí que me sirvió. Hasta que llegó el tiempo de sentirse mejor, cada día avanzaba hacía la aceptación de todo, cada día olvidaba un poquito o por lo menos así lo creía. Pasaron más meses inestables, por así decirlo, porque a veces estaba muy bien y de repente me ponía de stalker a buscarlo y eso siempre termina mal. 


Cuando creía que todo había pasado, cuando estaba “tranquila”: apareció de nuevo  en mi vida, confundiendo cada “certeza” que parecía tener y confirmando que, aunque escribiera de olvido, aunque alardeara no quererlo, aunque hubieran pasado siete meses: todo mi amor estaba vivo. Y en una de esas maromas tramposas en las que decimos “todo siguió bien” pero por dentro estamos vueltas ocho, pude continuar mi vida entre lo normal, entiéndase normal como… ya no salían lagrimas por él aunque doliera. 


Y como somos pendejamente arriesgadas a veces, ok lo digo por mí, un día de tantos volvimos a hablar en el plan de ser amigos. Eramos los mismos, hablábamos como en los mejores momentos de la relación, a veces se nos escapaban besitos, uno que otro te amo, miradas y sonrisas pícaras en las que nos decíamos todo. Pero ese tiempo juntos no duró mucho, llegaron las vacaciones y la hora de alejarnos, por lo menos físicamente, porque los mensajes no cesaban, ni los detallitos, ni los te amo, ni nada, seguíamos siendo los mismos. No puedo negarlo, pasó tanto tiempo así, que no veía la hora de volver a verlo para darle una nueva oportunidad,. Sí señores, no leyeron mal, yo lo amo tanto que creí volver con él, o algo peor, volví a creer en él.


Efectivamente, luego de meses hablando volvimos a vernos, y ¿qué creen? Todo fue un fiasco, ni nos mirábamos, los dos en el celular, los dos distraídos. Yo estaba a la espera de que demostrara todas aquellas palabras que me hacían llorar de la emoción, de lo lindas, de lo “sinceras”, pero me quedé esperando, porque él, nada. Nada. Nada. Se fue de mi casa y cuando cerró la puerta, respiré, suspiré, cerré los ojos y volví a respirar. 


Yo lo sabía él se había ido, había cerrado la puerta a nuestro segundo y último intento, porque una tercera oportunidad me parece exagerada, con la segunda uno sabe si todo es igual o no y esta vez me tocó aceptar que: por más ganas o amor que exista, a veces las cosas no pueden ser como antes y las oportunidades se vuelven amenazas al corazón. 


No quería volver este post de mi regreso una historia personal, sin embargo se me hace imposible explicarles lo que escribiré sin conocer un poco lo que antecedió. 


Desde aquella noche en la que él se fue, no volví a saber de su vida, no digo que ya no lo quiero, no digo que si un día necesita de mí no le ayudaría, no digo nada que sé que no voy a cumplir, pero sí hay algo de lo que quedé muy segura. Él no es el hombre que quiero que acompañe mis días, él ya no es ese hombre. Él ya no es mi prototipo, él ya no me atrae, él ya no me enamora.


Entonces como ya tengo claro lo anterior me he dado cuenta de mi error todo este tiempo, tomen nota niñas, pasaron en frente mío cantidad de oportunidades con nuevas personas, hombres que parecían tener buenas intenciones, todas las cualidades, pero que por simple miedo “nunca llenaron mis expectativas”. ¿Ya saben de lo que les hablo? Sí, yo estaba esperando que alguno de los nuevos fuera tal cual como él, me hiciera reír como él, me tratara como él, etc. 


No pude estar más equivocada, me hacía falta detenerme, evaluarme, evaluarlo, evaluar lo que fuimos y darme cuenta que no es lo que necesita mi vida, porque él hace rato dejó de ser mi novio, él es mi ex y eso ya cambia la condición, porque cuando pasó a ser “EX” cambió todo. 


Ahora, la noticia es que hoy, después de once meses tratando de entender una relación, a una persona, pude entenderme a mí misma, pude descubrirme y puedo decirles: La pesadilla de hadas a la que tanto me aferraba, terminó. Estoy preparada para conocer personas, sin anteponerles condiciones que traían marcadas gracias a él. Hoy estoy dispuesta a ver con otros ojos nuevas aventuras, nuevas emociones, nuevos amores.


Claro que le doy gracias a él, de no ser por su actitud por fin sincera, aquella última noche que nos vimos, seguiría creyendo en algo que no es. A Gabriel Rolón (autor del libro Encuentros), a Jhoanna Eduawrs (autora del libro Corta por lo Sano) y su personaje Dani Myers, a Meg Cabot (autora de ¿Ellos tienen corazón?) por darle vida a la inocente Jane Harris, a Marck Levy; todos ellos con sus locas historias de amor, me hicieron entender que no soy la única, ni la última que ama y termina sufriendo, pero que al final sale victoriosa de la gran batalla “tusa”. 


Luego de una experiencia como esta, de meses tormentosos y al fin al cabo sin vida propia, quedan ganas de descansar y dedicarse a uno, a todo aquello que trae consigo felicidad de la verdadera. Por ahora, espero que les sirva esta carta, así sea para hacer catarsis con mi historia o para dedicársela a los que les ayudaron a salir de la tusa. 


PD: espero que mi ex no se ponga de curioso en correspondencias ajenas y me pase lo que le pasó a Elvi (de Susana y Elvira), que él me termine odiando por publicar esto.






No hay comentarios:

Publicar un comentario