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lunes, 17 de agosto de 2015

Un amor que no disimula



Por ahí me han dado varios consejos, y a decir verdad yo no sirvo para seguirlos, soy bien necia y testaruda y más si se trata del amor. ¿Quién puede hablar de un amor que no vive? ¿Cómo pueden pretender entender el sentimiento de otro? si mucho  uno escucha y toma lo bueno, lo chévere, pero nunca está pensando en lo malo. 


En fin, lo que más me dicen es que el amor no se puede demostrar tanto, que hay que ser duras, fuertes con los hombres, porque así es ellos responden bien… Pues tengo para contarles que no puedo con eso, si amo, amo a mi manera, si quiero, quiero a mi manera. No sirvo para cohibir los  sentimientos y menos si se trata de los bonitos, de los profundos, de los sinceros.


Si alguna vez puedo decirle que mi noche no fue igual porque no estuvo conmigo y si tengo que negarle que tenía plan con mis amigas y las dejé por él, entonces sería una mentirosa. Si tengo que decirle “te amo” simplemente y no puedo decirte que lo hago con los huesos, las venas, la cabeza, el corazón, el alma y la razón, entonces estaría ocultándole algo. Si tuviera que negarle lo importante que es en mi día a día, si tuviera que decirle que no me hacen falta sus mensajes lindos, si le dijera que sus espaguetis no son los mejores, entonces seguiría en la mentira. 


Si le dijera que con él o sin él mi vida sería la misma, que amanecer a su lado no hace especial mi día y que sus besos no son los mejores, sería tan egoísta que no le dejaría entender el lugar que ocupa en mi vida. Si un día dejara de darle un detalle, solo por pensar “que le he dado demasiado” entonces estaría siendo egoísta de nuevo y esta vez también sería conmigo misma pues me privaría de la dicha de verlo sonreír. 


Si un día tengo que detener  mis pensamientos, mis palabras, mi forma de actuar porque no quiero que se entere de la inmensidad de lo que siento, entonces es porque no vale la pena que lo sepa, porque el amor no es recíproco y porque nuestra relación se volvió competencia. Es porque otros tenían razón y él es como los demás, que no le gusta el amor del bueno. Si eso sucediera ya nada tendría la misma gracia, porque me convertiría en una mentirosa y egoísta y nuestro amor estaría en medio de simulaciones de emociones que no son. 


Mientras tanto, dedico mi domingo, en tu ausencia para decirte que: por ti descubrí que el amor sí  se siente por todo el cuerpo, el amor sí pasa por las venas y por cada uno de mis huesos; el amor lo llevo en la piel, en el corazón y en la cabeza, en las lágrimas que a veces duelen o alegran. 


Que este amor me hace sentir diferente, ahora pienso por dos, me preocupo por dos, ahora sé que mi corazón está en el tuyo y viceversa. Es por eso que este amor no se cansa ni descansa, este amor está vivo y va creciendo cada segundo… porque por una sonrisa tuya, por ver tus ojos luminosos, por sentirte cerca aunque estés lejos, doy mis días, mis más bonitos sentimientos y mis más sinceras palabras… 


Mientras tanto vivo un amor sin disimulo, que lo entrega todo, lo arriesga todo y está dispuesto a todo, porque las cosas cuando se hacen, se hacen bien, o sino ¿para qué? Total y la cura para todo, es amar. Así como yo a él. 
 

domingo, 9 de agosto de 2015

Extrañar bonito



Ya qué, ya ustedes saben que estoy bien enamorada, ya les tocó la tusa y otras cosas, ya les comparto lo bien que me sale escribir cuando siento tanto amor… 


Extrañar bonito es tenerte lejos y sentirte cerca, saber que mientras te tengo en mente estoy presente también en ti. Es saber amar; tener certeza de que no hay dudas. Es hablar bonito de ti con los demás y sentirme orgullosa de nosotros aunque no estás. Extrañar bonito da tiempo para mí, para ti y para los dos, para planear sola momentos juntos; para crecer, aprender y esperar a compartirlo contigo; para fortalecer la paciencia que tanto me hace falta y saber que al regresar tendré la mejor recompensa, tu compañía.
 

Extrañar bonito me hace recordar cuando no te tenía, sentía que debía olvidarme de que estuviste. Extrañar bonito me hace pensar que quiero ser, no tu mejor opción, sino la única. Quiero hacerte sonreír, consentirte, amarte y respetarte por más lejos que estés para que "extrañar bonito" sea la única manera que conozcamos de extrañar: Con tanto amor, con tanta seguridad de que vuelvo a abrazarte, con la tranquilidad de que tus palabras aunque por mensajes, me llevan al cielo en el que me tienes, el paraíso en el que decidimos construir lo nuestro. Porque extrañar bonito es una nueva experiencia para los dos y ¡qué bien se siente entender, que solo un amor verdadero puede extrañar tan bonito!

lunes, 9 de febrero de 2015

Carta a los futuros periodistas






Soy una periodista en formación, amante a escribir, leer, conocer historias, vivir mi ciudad (en la que ahora vivo). Soy una futura periodista a la que le falta mucho por vivir y aprender, pero al mismo tiempo soy una jovencita que no se detiene por falta de experiencia. El día de hoy, en el que celebramos quienes amamos este “el mejor oficio del mundo” como lo llamaba Gabo, quiero compartirles una carta que escribí para una amiga especial, que apenas iba en su primer semestre. 


Escribí con mucho amor para ella; hoy luego de hacerle algunas modificaciones, quiero compartirlo con ustedes, que han leído un poquito de mi vida, de lo que siento, de lo que pienso, de cómo soy. Especialmente para todos los demás periodistas en proceso de formación. 

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9 de febrero del 2014-2015


Hoy es un día especial, no elegimos una profesión cualquiera, elegimos la que requiere más pasión, porque pocas veces nos hará ver la realidad feliz de las vidas de otros, porque no esperamos el mejor salario, porque no solo arriesgamos la vida de los demás sino también la nuestra, porque denunciar es un fin complicado, porque a nadie le gusta que le digan la verdad y porque no siempre sabemos para quién escribimos, ni estamos seguros de que los demás interpreten lo que decimos de la forma en la que queremos… entonces la persona que dedica su vida a lo anterior, solamente puede hacerlo con pasión. 


El periodista puede salvar vidas como el médico, puede hacer vibrar los sentidos como el artista, puede ser más justo que el abogado, puede deducir como el ingeniero pero también puede equivocarse como ser humano…  el periodista puede lograr lo que desee, pues cuenta con el privilegio de trabajar con la palabra y pertenecer al cuarto poder.


El camino no será fácil, en ningún momento sentirás descanso; pero sí satisfacción por lograr cambiar pequeñas cosas que forman el comienzo para la transformación colectiva de grandes sucesos… entonces el secreto es seguir amando lo que haces, porque el éxito estará en tu nombre, en lo que te recuerden y en lo que hagas con certeza de que está bien y de que los demás (aunque sean pocos) agradezcan tu trabajo. 


Apenas estamos comenzando, pero ya debemos sentirnos como periodistas, porque la vida desde nuestro estudio hace que vayamos cambiando la forma de ver alrededor, entonces vamos construyendo un pensamiento crítico e incluyendo en nuestros principios aquellos que son indispensables para la profesión, la veracidad, la objetividad, la responsabilidad social y el respeto por los demás como servidores de ellos. 


No es cuestión de celebrar simplemente, no es solo publicar las mejores de citas de Kapuscinski, Gabo u otros grandes del periodismo, no consiste en tener un detalle con tu colega o agradecer por los que han tenido contigo; esa es la parte normal, que haría cualquier persona en una fecha especial. Pero el fondo, lo que realmente haría un periodista es hacer un “stop” en su camino y reflexionar sobre lo que está haciendo, la forma en lo que lo hace, el porqué.


Un verdadero periodista atiende el llamado a evaluar su trabajo y el de los demás, un verdadero periodista en formación, hoy, se compromete de nuevo con la sociedad y los demás colegas para entender que nuestro oficio, siempre cambiante, se enfrenta ahora a nuevos retos y amenazas que solo con responsabilidad y amor sincero se podrán alcanzar y superar.


¡Éxitos!

Daniela María Vargas R.

jueves, 29 de enero de 2015

Carta a los que me ayudaron a salir de la tusa








Queridos amigos y amigas, mamá, papá, hermanitas y en general a todos los que les tocó vivir un poco de mi tusa, esta carta sin enviar, es para ustedes. 


Con una gran sonrisa en mi rostro, con el corazón reparado y con muchísimas ganas de empezar de nuevo con mi proyecto, les escribo esta carta, para contarles algo importante. 


Han pasado 11 meses desde el momento en el que comenzaron los problemas, las lágrimas, el dolor profundo en el alma y todas aquellas cosas que ya ni vale recordar. Los primeros días desmentí las canciones ¿De amor no se muere? ¿No hay mal que dure cien años?, mi corazón no sentía eso, no podía creerles las palabras cuando un amor me tenía vuelta pedazos.


 Creo que solo Arjona me podría entender. Desde ese momento amo más que nunca a mis amigas, porque no cualquiera me aguantaba el llanto, los gritos desgarrados, los impulsos locos, las ganas de tomar alguito desde el miércoles hasta el domingo, los guayabos morales por haberlo buscado y una celosa loca que pasó los estándares normales. No entiendo todavía como sigo teniendo a mis amigas. 


Por otra parte, tengo que confesar que estuve por pensar que mi mamá sufrió más que yo; bueno, por lo menos sí lo hizo parejo conmigo, pero gracias a Dios supo parar antes que yo, además supo pararme a mí. Mi papá, como siempre, era el único capaz de hacerme reír, con él pasaba del llanto a una carcajada en un minuto; confirmado, tiene un don especial. 


Para ese tiempo comencé con el blog y bueeeeno, esto sí que me sirvió. Hasta que llegó el tiempo de sentirse mejor, cada día avanzaba hacía la aceptación de todo, cada día olvidaba un poquito o por lo menos así lo creía. Pasaron más meses inestables, por así decirlo, porque a veces estaba muy bien y de repente me ponía de stalker a buscarlo y eso siempre termina mal. 


Cuando creía que todo había pasado, cuando estaba “tranquila”: apareció de nuevo  en mi vida, confundiendo cada “certeza” que parecía tener y confirmando que, aunque escribiera de olvido, aunque alardeara no quererlo, aunque hubieran pasado siete meses: todo mi amor estaba vivo. Y en una de esas maromas tramposas en las que decimos “todo siguió bien” pero por dentro estamos vueltas ocho, pude continuar mi vida entre lo normal, entiéndase normal como… ya no salían lagrimas por él aunque doliera. 


Y como somos pendejamente arriesgadas a veces, ok lo digo por mí, un día de tantos volvimos a hablar en el plan de ser amigos. Eramos los mismos, hablábamos como en los mejores momentos de la relación, a veces se nos escapaban besitos, uno que otro te amo, miradas y sonrisas pícaras en las que nos decíamos todo. Pero ese tiempo juntos no duró mucho, llegaron las vacaciones y la hora de alejarnos, por lo menos físicamente, porque los mensajes no cesaban, ni los detallitos, ni los te amo, ni nada, seguíamos siendo los mismos. No puedo negarlo, pasó tanto tiempo así, que no veía la hora de volver a verlo para darle una nueva oportunidad,. Sí señores, no leyeron mal, yo lo amo tanto que creí volver con él, o algo peor, volví a creer en él.


Efectivamente, luego de meses hablando volvimos a vernos, y ¿qué creen? Todo fue un fiasco, ni nos mirábamos, los dos en el celular, los dos distraídos. Yo estaba a la espera de que demostrara todas aquellas palabras que me hacían llorar de la emoción, de lo lindas, de lo “sinceras”, pero me quedé esperando, porque él, nada. Nada. Nada. Se fue de mi casa y cuando cerró la puerta, respiré, suspiré, cerré los ojos y volví a respirar. 


Yo lo sabía él se había ido, había cerrado la puerta a nuestro segundo y último intento, porque una tercera oportunidad me parece exagerada, con la segunda uno sabe si todo es igual o no y esta vez me tocó aceptar que: por más ganas o amor que exista, a veces las cosas no pueden ser como antes y las oportunidades se vuelven amenazas al corazón. 


No quería volver este post de mi regreso una historia personal, sin embargo se me hace imposible explicarles lo que escribiré sin conocer un poco lo que antecedió. 


Desde aquella noche en la que él se fue, no volví a saber de su vida, no digo que ya no lo quiero, no digo que si un día necesita de mí no le ayudaría, no digo nada que sé que no voy a cumplir, pero sí hay algo de lo que quedé muy segura. Él no es el hombre que quiero que acompañe mis días, él ya no es ese hombre. Él ya no es mi prototipo, él ya no me atrae, él ya no me enamora.


Entonces como ya tengo claro lo anterior me he dado cuenta de mi error todo este tiempo, tomen nota niñas, pasaron en frente mío cantidad de oportunidades con nuevas personas, hombres que parecían tener buenas intenciones, todas las cualidades, pero que por simple miedo “nunca llenaron mis expectativas”. ¿Ya saben de lo que les hablo? Sí, yo estaba esperando que alguno de los nuevos fuera tal cual como él, me hiciera reír como él, me tratara como él, etc. 


No pude estar más equivocada, me hacía falta detenerme, evaluarme, evaluarlo, evaluar lo que fuimos y darme cuenta que no es lo que necesita mi vida, porque él hace rato dejó de ser mi novio, él es mi ex y eso ya cambia la condición, porque cuando pasó a ser “EX” cambió todo. 


Ahora, la noticia es que hoy, después de once meses tratando de entender una relación, a una persona, pude entenderme a mí misma, pude descubrirme y puedo decirles: La pesadilla de hadas a la que tanto me aferraba, terminó. Estoy preparada para conocer personas, sin anteponerles condiciones que traían marcadas gracias a él. Hoy estoy dispuesta a ver con otros ojos nuevas aventuras, nuevas emociones, nuevos amores.


Claro que le doy gracias a él, de no ser por su actitud por fin sincera, aquella última noche que nos vimos, seguiría creyendo en algo que no es. A Gabriel Rolón (autor del libro Encuentros), a Jhoanna Eduawrs (autora del libro Corta por lo Sano) y su personaje Dani Myers, a Meg Cabot (autora de ¿Ellos tienen corazón?) por darle vida a la inocente Jane Harris, a Marck Levy; todos ellos con sus locas historias de amor, me hicieron entender que no soy la única, ni la última que ama y termina sufriendo, pero que al final sale victoriosa de la gran batalla “tusa”. 


Luego de una experiencia como esta, de meses tormentosos y al fin al cabo sin vida propia, quedan ganas de descansar y dedicarse a uno, a todo aquello que trae consigo felicidad de la verdadera. Por ahora, espero que les sirva esta carta, así sea para hacer catarsis con mi historia o para dedicársela a los que les ayudaron a salir de la tusa. 


PD: espero que mi ex no se ponga de curioso en correspondencias ajenas y me pase lo que le pasó a Elvi (de Susana y Elvira), que él me termine odiando por publicar esto.